Nadie duerme

Tardodiario

Nadie duerme por la noche. Esa es la conclusión que he sacado este fin de semana tras una quedada con mi grupo de amigos. Ninguno dormimos tranquilos. Quizás lo de madurar sea, precisamente, no ser capaces de dormir nunca más a pierna suelta. Tal vez nos hacemos adultos en el preciso instante en el que alguna preocupación se instala en nuestra mente y, a partir de entonces, su espacio va siendo ocupado y desocupado por unos y otros pequeños (o grandes) problemas.

La conversación transcurría por los cauces normales. Un estándar en casi todas las conversaciones, imagino: los trabajos, la familia, los hijos, las mascotas… Entonces, durante un momento, una amiga nos reveló que estaba pensando en comprar una casa y que ya había visto varias candidatas. Pero le daba miedo dar el paso y “casarse” con el banco. Le daba miedo, en parte, porque siempre ha pensado que era una mejor idea “darle” su dinero a una persona, en forma de alquiler, que a una entidad de dudosa moral. Pero, ahora, en su primera madurez, sentía que era el momento de comprar una casa. Lo sentía porque, de pronto, empezaba a pensar en que, en algún momento, no demasiado lejano, podría querer tener hijos. Y, confesaba, ahora miraba las casas pensando no solo en ella, sino también en sus posibles futuros. Quizás por eso le daba tanto miedo tomar la decisión ahora, qué sé yo.

Mientras hablaba, yo pensaba en que es irremediable: cada uno tenemos unas preocupaciones y mientras uno está tranquilo porque ya casi tiene su hipoteca devuelta, la otra está preocupada porque está a punto de dar el primer paso para abrir un crédito a un par de décadas y el de más allá no duerme porque se pasa las horas muertas pensando en si debería o no cambiar de trabajo en la situación que atraviesa porque su ocupación actual solo le trae tristeza y malestar.

Nadie duerme por las noches. Es la conclusión que sacaba mientras, ya casi de madrugada, conducía en silencio con mi pareja, que seguramente rumiaba sus propios conflictos, y con mis hijas en la parte de atrás del coche. Supongo que ellas se harán adultas cuando empiecen a tener estas ansiedades. Yo solo espero que, para ambas, el reloj no corra.